La familia inversionista y el Family Office
Escrito por José Carlos Rodriguez
Publicado el 6 noviembre, 2023
Tres elementos conforman el ámbito de actuación de las familias empresarias: la familia, la empresa y el patrimonio. Los tres elementos se relacionan entre sí de modos no siempre fáciles de manejar.
Estas y otras cuestiones parecidas se abordan en el libro La familia inversionista y el Family Office. Los autores, brasileños los tres, son Antonio Fernando Azevedo, Grégoire Balasko Orélio, CFA, y Marcelo Geyer Ehlers. Está editado en español por Editorial Buqui en 2019.
Un recorrido cronológico
Para comprenderlos, podemos comenzar por seguir un camino cronológico. Por lo que se refiere a la sucesión de eventos desde un punto de vista temporal, lo primero es la familia. La empresa viene después. En un determinado momento, la primera generación pone en marcha uno o varios proyectos empresariales. Y, si no tiene un patrimonio previo (que es la situación más común), y la empresa o empresas salen adelante, con el paso del tiempo la familia retira una parte de la renta que genera para convertirla en riqueza. Ahí llega el tercer elemento: el patrimonial.
Siguiendo con este planteamiento temporal, hay una cierta lógica en el paso de una familia empresaria a una familia inversionista. A medida que pasa el tiempo, y si las cosas van bien, el patrimonio va adquiriendo un mayor protagonismo. Especialmente teniendo en cuenta el interés compuesto.
Diferencia entre familia empresaria y familia inversionista
Dicen los autores:
Lo que distingue una familia empresaria de una Familia Inversionista es la forma cómo se percibe la empresa en relación con el patrimonio como un todo. Si, en la primera, la empresa es un elemento aparte, normalmente con un papel importante, en la segunda se la considera un elemento más del patrimonio, que puede estar compuesto, también, por bienes inmuebles, tierras, participaciones societarias etc.
La importancia de un sistema de gobernanza
Gestionar todo ello exige, nos dicen, contar con un sistema de gobernanza, que definen así:
Un conjunto de prácticas, órganos de gobernanza, estatutos, políticas y reglamentos cuyo objetivo es alinear totalmente los intereses entre las decisiones tomadas en la gestión del patrimonio y los objetivos de la familia.
En el centro de ese sistema de gobernanza está un órgano: el Family Office. Se trata de “una estructura personalizada y transgeneracional regida por la Gobernanza Familiar y Patrimonial con el objetivo de defender los intereses de la familia en cuanto a la gestión de su patrimonio a lo largo del tiempo”.
¿Cuándo es útil un Family Office?
Los autores, recogiendo lo que señalan otros estudios, muestran que el coste de un Family Office ronda el 1% del valor del patrimonio gestionado. “Se trata de un gasto aceptable si comparado con las ganancias que se obtendrán, principalmente a largo plazo, sobre el retorno y la transparencia de las inversiones, y sobre la gestión activa de la familia con relación a sus objetivos”, recoge el libro.
Las tres generaciones y la visión W3
Los autores hacen suyo el planteamiento de Celso Ienaga, según el cual el paso de las generaciones se hace según un modelo de W3. La primera generación lidia con una visión de Worth (valor). Esa generación identifica qué valor puede aportar a la sociedad por medio de su actividad empresarial.
La segunda generación (o la primera con la segunda) pasa a una visión de Wealth (riqueza), que consiste en la gestión para el crecimiento del holding empresarial y del patrimonio. La tercera y siguientes asumirían una visión de Wellness (bienestar).
Convivencia generacional, natalidad y patrimonio consciente
Esta evolución intergeneracional exige que la familia se forme y desarrolle mecanismos y habilidades para asegurarse de que el capital financiero permita la formación de las siguientes generaciones, nos dicen Azevedo, Orélio y Ehlers.
Y tienen que tener en cuenta tres factores: la convivencia generacional, la natalidad y lo que llaman el “patrimonio consciente”. La importancia de la convivencia viene de la mano del aumento en la esperanza de vida. En la España de 1900, la esperanza de vida a los diez años era de 46,45 años, según un informe de BBVA. Esto es, de media, los españoles de esa edad superaban los 56 años. Los últimos datos del INE, que se corresponden con el año 2020, muestran que la esperanza de vida a los 10 es de 72,6 años (llegar a los 82,6). Es decir, se ha ganado toda una generación (26 años) de esperanza de vida en 120 años. Esto hace que la convivencia entre generaciones sea muy importante.
La importancia de la natalidad y acuerdos prenupciales
La natalidad ha bajado de forma dramática. Los autores recuerdan que “la reducción gradual en el nivel de natalidad a lo largo de las generaciones puede disminuir, como consecuencia, la necesidad de generar y acumular riqueza. Es también importante evaluar los divorcios y la opción por regímenes de bienes y acuerdos prenupciales, y sus impactos en la división del capital a lo largo de las generaciones”.
Definición de patrimonio consciente
El tercer punto es el del “patrimonio consciente”. Se refieren con ello a que “las familias de éxito buscan formar individuos cada vez más conscientes de la importancia de encontrar un sentido o propósito para sus vidas y, por ende, de emplear de la mejor manera un capital financiero (y también intangible), como prestigio, influencia e historia, para perpetuar un legado de orgullo”. Es decir, que el paso de una generación a la siguiente también puede interpretarse como una escalada por la pirámide de Maslow.
Los cinco tipos de capital
Otra de las ideas interesantes expresadas en esta obra son los cinco tipos de capital. El primero es el capital financiero. No es un fin en sí mismo, sino un medio para lograr otros objetivos vitales.
Luego distinguen entre capital humano y capital intelectual. El primero lo forman “el carácter, el comportamiento, las habilidades y la identidad de cada heredero”. El capital intelectual tiene un espacio propio, aunque en dos ámbitos distintos, nos dicen: el individual y el familiar. El primero hace referencia a lo que es la formación en diversos ámbitos, mientras que el familiar se refiere a todo el conocimiento práctico que se ha atesorado tras generaciones de práctica en la gestión.
Capital social y capital familiar
El capital social “surge a partir de las relaciones entre la familia, sus negocios, sus inversiones y la sociedad”. Aquí adquiere una gran relevancia la marca de la propia familia ante la sociedad. Y el capital familiar es el sentimiento de pertenencia al grupo familiar, e “incluye un compromiso con el colectivo”. De acuerdo con los autores, “es el que le da sentido a todos los demás”.
Ideas finales del libro
Aunque el libro es más detallado en el análisis, se puede resumir recogiendo algunas ideas finales que exponen los propios autores al final de la obra. Nosotros hemos destacado estas:
Lo ideal es que la familia defina entre dos y cinco objetivos. Es necesario que sean pocos, comunes, simples y que, en mayor o menor grado, representen a todos los componentes de la familia. Es importante, también, que sean de largo plazo y se transmitan de una generación a otra. Cada uno de estos objetivos debe desdoblarse en una meta, que se planifica y genera un presupuesto con visión de largo plazo, pero que se actualiza anualmente.
En el presupuesto global y también en el de cada uno de sus objetivos, es necesario tener en cuenta los impuestos más diversos. El Family Office también necesita evaluar el retorno en términos reales e incluir la inflación a largo plazo dentro de sus proyecciones de costos.
Definir normas de distribución de dividendos sustentablemente es un aspecto importante en un Family Office. Pueden ser de tres tipos: distribución fija, de un porcentual del patrimonio, o de un porcentual del rendimiento neto.
Entre los cinco capitales que integran el patrimonio familiar, unos influyen en el éxito de los otros; sin embargo, el capital financiero es el que permite que todos los demás se sustenten.
Es necesario realizar un inventario detallado del capital financiero de la familia, además de calcular cuánto es el flujo de cada activo, considerando sus diferentes clases, la necesidad de diversificar y la liquidez.
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