Familia, actividad empresarial, y patrimonio; estos son los tres pilares de una familia empresaria. La familia es el principio de todo, la actividad genera riqueza, y el patrimonio es parte del legado. Partiendo de este esquema, la Fundación Numa y CEIM dedicaron una jornada, el 20 de abril, a estudiar las claves de una estrategia patrimonial en tiempos de crisis. En la jornada intervinieron José Ramón Sanz, presidente de la Fundación Numa, y Santiago Rubio de Casas, director de estrategia de inversión de banca privada y personal de Caixabank.
Asimismo, hubo una mesa redonda en la que participaron Álvaro Dorado, gestor patrimonial en Renta4, José Manuel Ortiz, consejero de Cuatrecasas, y Elena Arochena, empresaria (Fina Biotech). La mesa redonda estuvo moderada por el director de la Fundación Numa, José Carlos Rodríguez.
Álvaro Dorado: El cambio hacia un perfil inversor
Los tres ponentes ofrecieron una visión amplia de la gestión patrimonial desde diferentes perspectivas. Según Álvaro Dorado, muchas familias empresarias están en un momento de transición, ya sea porque deciden vender la empresa o desinvertir en ella. Este cambio lleva a que las familias pasen de tener un perfil predominantemente empresarial a adoptar un perfil más inversor.
De acuerdo con Dorado, basándose en su experiencia con los clientes de Renta4, las necesidades de estas familias cambian. Ya no buscan solo financiación para sus operaciones, sino que también demandan un servicio de planificación financiera, esencial en una estrategia patrimonial en tiempos de crisis.
La importancia de un sistema de gobernanza
Para sostener una buena estrategia patrimonial, es crucial apoyarse en una estructura de gobierno sólida. Dorado enfatizó la necesidad de un sistema de gobernanza y unos principios que orienten a la familia. En los primeros momentos de la transición, a menudo no se sabe cuál es el valor y la composición del patrimonio. Es común que haya confusión entre bienes particulares y bienes empresariales.
Dorado destacó la importancia de definir una estructura de propiedad clara, contabilizar correctamente el patrimonio y ser consciente de los gastos. También es esencial tener una planificación sucesoria que permita construir una visión común a largo plazo y tomar decisiones como un solo ente familiar.
Elena Arochena: El ejemplo de una transición ordenada
Elena Arochena compartió su experiencia como parte de una familia empresaria que vivió un evento de liquidez en 2007. Su generación asumió responsabilidades cuando la empresa comenzó a adoptar un perfil más financiero. Arochena subrayó la importancia de rodearse de un equipo de gestión patrimonial y destacó la figura del asesor familiar independiente, quien ayuda a resolver problemas y facilita la comunicación sin verse afectado por dinámicas familiares.
Consenso y flexibilidad en la gestión familiar
Para Arochena, una buena gestión patrimonial no se limita a contratar profesionales. Es necesario alcanzar consensos familiares que permitan mantener la actividad a largo plazo con el menor conflicto posible. Estos acuerdos no deben ser rígidos; deben adaptarse a medida que cambian las personas y la cultura. Arochena señaló que en su familia comparten recursos de talento y capital, organizados en una estructura matricial con servicios transversales, como la gestión financiera y jurídica.
La empresaria destacó que la transición generacional en su familia fue ejemplar gracias a que se realizó de manera gradual. Las tres hermanas se involucraron en la empresa durante 15-20 años antes de asumir el control, lo que facilitó la transferencia de poder y conocimiento.
José Manuel Ortiz: El aspecto fiscal y la competencia entre CCAA
El aspecto fiscal de la estrategia patrimonial en tiempos de crisis fue un tema central en la mesa redonda. Ortiz explicó que el Impuesto sobre el Patrimonio (IP) y el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones (ISD) son impuestos estatales que las CCAA pueden bonificar. Sin embargo, el Impuesto de Solidaridad de las Grandes Fortunas (ISGF) se aplica obligatoriamente en todas las comunidades, afectando principalmente a aquellas donde el IP/ISD está bonificado.
Ortiz advirtió que muchos miembros de empresas familiares con un patrimonio superior a 3 millones de euros podrían verse afectados por este nuevo impuesto. Subrayó la importancia de acogerse a todas las exenciones fiscales posibles, como el régimen de empresa familiar.
Una «ITV» fiscal para empresas familiares
Ortiz sugirió realizar una «ITV fiscal» periódica para asegurar que se cumplen todos los criterios que permiten acogerse al régimen fiscal de empresa familiar. Esto incluye distinguir entre patrimonio empresarial e individual, asegurar que los socios tengan más del 5% de participación (o el 20% si es familiar), y garantizar que la dirección esté remunerada adecuadamente.
Ortiz también mencionó la importancia de tener documentos que demuestren la dirección efectiva de la empresa y la necesidad de evitar que bienes ajenos a la actividad empresarial se mantengan en el patrimonio más de 90 días. Incumplir cualquiera de estos criterios podría hacer que la empresa pierda beneficios fiscales.
Riesgos inesperados y planificación ante imprevistos
Finalmente, Ortiz habló sobre los riesgos de la falta inesperada de un miembro clave de la familia. Recomendó medidas como poderes preventivos y planificación de herencias para evitar problemas en caso de incapacidad o fallecimiento. La familia empresaria debe estar preparada para estas eventualidades y proteger la estabilidad de la empresa.
La jornada concluyó con un intercambio de ideas y consultas entre los asistentes, subrayando la importancia de una sólida estrategia patrimonial en tiempos de crisis para proteger el legado familiar y garantizar la sostenibilidad a largo plazo.
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